viernes, 16 de diciembre de 2011

Sin fuerzas

¡Ay Maestro!
Aquí me tiene usté un día más, escribiéndo mis sentimientos en algo que jamás leerá, no porque no lo encuentre, sino porque no es de su interés.
Le recuerdo que han pasado cinco meses... y aunque usté piense que a mi ya no me importa, o que nunca me importó, se equivoca, pero en ocasiones no es encontrar la persona, sino el momento, y éste no era el suyo, no era el nuestro.
No sabe lo que le echo en falta, ni las veces que lo llamo en sueños, ni las veces que lloro a escondidas, usté no lo sabe, ni lo quiere saber, usté es más feliz así, sin mi.
Y yo ya ni soy capaz de seguir siendo yo.
¡Ay Maestro, que toda su valentía se acabó convirtiendo en orgullo puro!
¡Ay Maestro, que falta me hace, su temple pero sobre todo su sonrisa!
Y es que, a pesar de todo yo hice lo que tenía que hacer. Lo mejor para usté, aunque fuera lo peor para mi.
Pero recuerde, vale más su amor, que el orgullo mío.

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